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Las Cataratas de Akchour de Marruecos, fuente de Vida

17 October, 2015, 9:00 AM
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Aunque, sin duda, la vida es difícil para la gente de las montañas del Rif de Marruecos, tienen acceso a un bien preciado, y fundamental, del que tanto carece gran parte del resto del país, el agua dulce. El Rif recibe una gran cantidad de precipitaciones cada año, que se depositan durante la breve temporada de lluvias y alimentan, de forma constante, gota a gota, las laderas y valles durante todo el año, ya que el agua se filtra por las fracturas y grietas de las frágiles rocas metamórficas de sus majestuosos peñascos y crestas, formando innumerables arroyos y cascadas en las montañas.

Sin esta fuente de agua durante todo el año, el Rif sería tan árido como el resto del interior de Marruecos. Aparte de las llanuras costeras, las únicas otras tierras agrícolas comercialmente útiles en el país se encuentran a los pies de los montes Atlas, en el sureste del país. Además, ninguna de estas tierras sería productiva si no fuera por la intensiva mano de obra de las tribus bereberes de las montañas, que siguen cuidando sus campos en los terraplenes de las laderas de la misma manera que sus antepasados durante los siglos pasados.

Las Cataratas de Akchour, Fuente de Vida - Sensi Seeds blogEn pocas palabras, las montañas atraen el agua, y el agua permite la vida. En el Rif, la vida demuestra la forma tan ávida en que utiliza incluso la más mínima gota del preciado líquido, ya que se puede ver todo tipo de plantas, adornando las orillas de los pequeños arroyos en las montañas y salpicando su delicado camino por las escarpadas y empinadas laderas, mientras que un poco más lejos de estos cursos de agua estrechos, el suelo está cubierto de maleza y seco, y los matorrales escasean.

Un lugar donde la importancia del agua para la vida rifeña se hace particularmente evidente son las impresionantes cascadas situadas cerca de la aldea de Akchour, que a su vez se encuentran en el camino de Oued Laou, más o menos a unas 25 millas de Tetuán y a unas 18 millas de Chauen. Recuerda a un verdadero oasis en el desierto, como los que se encuentran en el extremo sur del país. Akchour y su entorno rompen la monotonía de las estepas semiáridas con una explosión de verdor y fecundidad; las adelfas, el laurel y las buganvillas compiten por el dominio en los bordes de las piscinas naturales, azules y cristalinas.

Sobre el cerro de las colinas que bordean el camino de tierra, a la orilla del curso de agua principal, florecen unos inmensos campos clandestinos de cannabis bajo el implacable sol marroquí, desconocidos para la gran mayoría de los turistas que visitan el lugar cada año. Sin el agua de las cataratas, esta formidable empresa comercial simplemente no sería posible; con ella, los campos son espesos con plantas de cannabis de hasta tres metros de altura, cuyas colas densas hacen que sus ramas de apoyo se curven, lánguidamente, bajo su peso.

Pero hay, por supuesto, un poco más en esta historia de aparente abundancia de lo que en un principio podría parecer. Una gran cantidad de agua rifeña se desvía para regar los inmensos campos de cannabis que cubren la zona, y la temporada de cosecha deja las laderas completamente desnudas. Eliminar vastas extensiones de vegetación natural para dar paso a lo que es, esencialmente, un monocultivo de cannabis supone un factor importante que contribuye a la erosión del suelo. En el Rif, la tasa de erosión del suelo es una de las más graves del mundo.

Las Cataratas de Akchour, Fuente de Vida - Sensi Seeds blogAdemás de todo esto, las nuevas variedades introducidas desde Afganistán, Pakistán y Europa que cada vez se cultivan con más frecuencia en el Rif en los últimos años necesitan mucha más agua que las variedades beldia, adaptadas a la sequía y cultivadas en Marruecos desde hace siglos, así como abono complementario en algunos casos. Todo esto hay que sumárselo al problema del agravamiento de la degradación medioambiental. Al mismo tiempo, las precipitaciones medias anuales de Marruecos han disminuido, de manera constante, durante las últimas décadas, y se ha producido un aumento correspondiente en la frecuencia y severidad de los fenómenos climáticos extremos, incluidas sequías e inundaciones.

Este fenómeno de la sequía y las inundaciones, que ha causado una media de una sequía cada tres años durante las últimas décadas, agrava aún más el problema de la erosión del suelo, ya que se produce una grave mortandad vegetativa durante los períodos de sequía, lo que significa que cuando se producen lluvias fuertes, hay poco con lo que estabilizar las laderas de las colinas y evitar la pérdida de suelo. Los climatólogos predicen que Marruecos podría experimentar un aumento medio de temperatura de hasta tres grados centígrados para el año 2050, con un correspondiente descenso del 10% en las precipitaciones y un aumento del 60% en la demanda de agua.

Es evidente que la gestión de los recursos hídricos y el mantenimiento de un sector agrícola saludable presentará grandes problemas, posiblemente insuperables, en el futuro próximo de Marruecos. Por lo tanto, el destino de los campos de cannabis de Akchour y la salud del propio ecosistema penden de un hilo.

Por Seshata

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