Por: Simon Hattenstone. The Guardian. Especial para Clarín
Antes fumaba veinticinco porros al día, ahora siete u ocho
En su casa, el ex Wham! George Michael recibe el saludo de sus dos perros labradores y baja a prender el fuego. Lo primero que se advierte es una gran pintura de Harland Miller de un clásico imaginario llamado “Romántico incurable busca puta degenerada”. Dice todo lo que hace falta saber sobre Michael. En otra pared hay un dibujo de Picasso. La casa está llena de lilas y rosas. En la sala hay un par de almohadones sobre el sofá: uno dice GEORGE; el otro, KENNY. Aquí vive con su novio, Kenny Goss. Sobre una mesa, un libro sobre Miguel Ángel: es lo suficientemente grande como para dormir sobre el mismo.
No encuentra el sacacorchos. “Ya ves con qué frecuencia tomo”. Hace cuatro años, emergía de una década horrenda en la que, según dijo, había sentido que estaba maldito. Habían muerto muchas personas cercanas a él: la madre, su novio, hasta el cachorro que había comprado para reemplazar a su viejo perro se había ahogado. Ahora se lo ve mejor, más fuerte. “Seguramente en aquellos tiempos estaba más drogado. Mi dieta consistía en una mezcla de Starbucks y marihuana”, dice mientras arma un porro sentado ante una mesa en la que hay una bolsa de marihuana y seis pastillas. ¿Para qué son las pastillas? “No es cosa tuya. No, algunas son vitaminas, otras son para no fumar y hay otras que son para el dolor de espalda”. Calcula que en los viejos tiempos fumaba unos veinticinco porros por día y temía que eso le arruinara la voz. “Ahora fumo unos siete u ocho por día”. Durante la gira internacional, le resultó un alivio descubrir que podía cantar tan bien como siempre. Su voz parece estar en su mejor momento: es más madura, algo más profunda, más rica. “No la usé de forma tan regular como suele utilizar la voz un profesional. Tal vez se mantenga porque no la uso tanto. Estoy muy orgulloso del DVD en vivo que acabo de sacar (Live in London)”. Los diarios sensacionalistas pueden querer perseguirlo, pero él no mejora las cosas dándoles información tan jugosa. Perdió el registro de conductor en 2007 cuando lo encontraron desplomado sobre el volante. Dice que esa es otra cosa que quiere aclarar. “En cuanto a todas esas fotos alteradas, todos los análisis de alcoholemia que me hicieron en la vida dieron 0,0. Nunca me dio mal un análisis de sobriedad”. Hace una pausa. “Tuve problemas con somníferos durante un año y medio, muchas problemas. Dos veces me subí al auto habiendo olvidado que ya había tomado algo para tratar de dormir. No importa si no fue deliberado, ya que lo hice una segunda vez y pude haber matado a alguien. Pero el hecho es que nunca me acusaron de manejar drogado. Fue por agotamiento “.
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